Sábado 6 de Octubre del 2007
Hoy fue un día perfecto, me gustó que me dijeras al oído que me querías mucho.
Me idiotizas. Quisiera relatar todo sobre hoy, pero se que no sería bueno, algún día releeré esto, y tal vez pueda que necesite olvidar cosas, es por eso que no describiré este día. Solo diré que una vez mas, me llevaste a (nombre omitido)landia. Hoy me contaste sobre ti, tu vida, tus padres y tu familia. Pensaba que tu vida era fácil. Pero ahora que lo analizo, no lo es. Encargarte de tu hermana, no es tarea fácil. Ahora entiendo varias cosas, que tal vez fueron tus grandes temores. Eres el ejemplo de tu hermana, no puedes fallarle, como me dijiste hoy. Pero a pesar de todo, eres muy débil. Acostumbrada/o a todo fácil, jamás madurarás. Vez la vida tan fácil, que no sabes lo que cuesta cada cosa que se logra. Estas acostumbrado/a a que todo salga a tu modo.
A que todos hagan las cosas por ti, que cuando llegue el momento en que decidas hacer algo tu sola/o, no podrás.
-“¿Qué pasa si todo esto se acaba?”-, Preguntasté.
Hubo un silencio entre tu y yo.
–“Algún día tendrá que acabar no?”-, respondiste fríamente. De pronto, pude ver que de tus ojos brotaban lágrimas. Me sorprendió verte llorar. Pude sentir que te apenaba pensar en eso. Me di cuenta de lo mucho que había llegado a significar para ti.
-“No te preocupes, duraremos mucho mucho mucho”-respondí con una sonrisa. Me miraste, sonreíste y me abrasaste.
Estuvimos callados por un momento. Me causaba gracia tu temor a ser descubiertos. Atardecía ya, y tenias que ir a casa. No sin antes, como cada vez que te veía, pedirme que deje marca de mi sobre ti. Dejar aquella marca, sello de que estuviste conmigo, que aquel día yo te ame, te deseé y me perdí entre tus labios, tus brazos, tu cuerpo y me detuve en tu cuello.
Camino al paradero estuvimos riendo. Charlando. Llegamos al paradero. Mientras esperábamos tu carro, me perdí en tu mirada una vez más. te tuviste que ir, no sin antes recordarme lo mucho que me querías y que hoy la pasaste muy bien. –“Yo también”- respondí. Y te marchaste. Tome mi carro, carro que demoró en pasar, pues era ya muy tarde. Me senté, y me perdí por un momento entre los recuerdos de hoy, recuerdos que estarán en mi mente y en la tuya por siempre. Recuerdos que callaremos entre nosotros, historias que quedarán grabadas, tal vez solo en este pequeño libro, y que con el tiempo se queden olvidados en alguna parte de nuestra memoria. Olvidados en el fondo de nuestros corazones. Allí donde uno rebusca solo cuando quiere recordar exactamente toda su vida. Allí donde con el tiempo todos los amores se van enterrando....

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